FERMIN MARIN

21.Ene.2009 / 03:56 pm / Haga un comentario

Comando Simón Bolívar.- «Hoy es perfectamente posible suponer que de haber sido reelecto en la presidencia en 1830, Bolívar habría logrado la reunificación definitiva de la Gran Colombia, porque los únicos momentos en que la naciente república de entonces avanzaba social y políticamente, y se aplacaban las apetencias personales de las facciones oligarcas que se le oponían, fueron precisamente aquellos en los que el Libertador tuvo bajo su mando el control absoluto de los destinos de la nación. Condición que desaparecía cada vez que el líder de ese gran proyecto abandonaba las riendas del gobierno para atender los asuntos de la guerra, y caíamos de nuevo en la lucha intestina que marcó el curso anárquico, conflictivo y sin rumbo de nuestros pueblos.»

De esta forma el analista político Alberto Aranguibel expresó su visión acerca de la importancia histórica de la enmienda constitucional que la Asamblea Nacional ha presentado al país y que el Consejo Nacional Electoral consultará al pueblo en el Referéndum del 15 de Febrero próximo, cuya intención es ampliar los derechos políticos del pueblo al eliminarse la limitación que existe en nuestro texto constitucional para permitir la postulación continua de los funcionarios de elección popular.

«Más allá de las fundadas sospechas de que Bolívar pueda haber sido objeto de un asesinato por envenenamiento, hoy podemos afirmar con propiedad que lo que frustró la consolidación del modelo de patria soberana que pensó Bolívar para nuestros pueblos fue la falta de continuidad del proyecto, algo en lo que el liderazgo del Padre de la Patria era sin lugar a dudas determinante.»

El analista sostiene que uno de los problemas que tuvimos desde siempre como país, fue no sólo la falta de una visión de país pensado para el mediano, largo y más largo plazo, sino la falta de una concepción de soberanía en el diseño del modelo de sociedad que desde entonces nos proponíamos. En tal sentido citó la reflexión del Padre de la Patria en el congreso de Angostura, en la que alertaba sobre la inconveniencia de seguir los pasos de los Estados Unidos de Norteamérica desde el punto de vista constitucional.

«Bolívar advirtió claramente -dijo Aranguibel- acerca del peligro que acechaba sobre nuestros pueblos si seguíamos el modelo norteamericano de Constitución, que obliga a esa nación a regirse por enmiendas (la constitución norteamericana tiene apenas siete artículos y veintinueve enmiendas, en razón de que la enmienda en ese país no es consultada con el pueblo en elecciones libres) y no por una constitución que se adapte mediante el voto popular a la cambiante realidad de los tiempos, tal como lo plantean los grandes teóricos constitucionalistas a lo largo de la historia, como Rousseau, García Pelayo, Sismondi, entre otros.»

Efectivamente, revisando el texto completo de la famosa pieza oratoria del Libertador, el discurso de Angostura, tan aviesamente manipulado hoy por algunos sectores del oposicionismo venezolano, encontramos que Bolívar rechazaba de plano las semejanzas que ya entonces tenía nuestra constitución con la de los Estados Unidos. Textualmente, decía el Padre de la Patria lo siguiente: «Pero sea lo que fuere de este gobierno con respecto a la nación norteamericana, debo decir, que ni remotamente ha entrado en mi idea asimilar la situación y naturaleza de los Estados tan distintos como el inglés americano y el americano español. ¿No sería muy difícil aplicar a España el Código de libertad política, civil y religiosa de Inglaterra? Pues aun es más difícil adaptar en Venezuela las leyes de Norteamérica. ¿No dice el Espíritu de las Leyes que éstas deben ser propias para el pueblo que se hacen? ¿Que es una gran casualidad que las de una nación puedan convenir a otra? ¿Que las leyes deben ser relativas a lo físico del país, al clima, a la calidad del terreno, a su situación, a su extensión, al género de vida de los pueblos? ¿Referirse al grado de libertad que la Constitución puede sufrir, a la religión de los habitantes, a sus inclinaciones, a sus riquezas, a su número, a su comercio, a sus costumbres, a sus modales? ¡He aquí el Código que debíamos consultar, y no el de Washington!».

El analista se refiere con esto al «carácter eminentemente clasista, mercantilista y guerrerista que signaba de arriba a abajo el espíritu de la vetusta constitución norteamericana, que consagraba incluso aberraciones como que los indígenas no podían votar, salvo que pagasen un impuesto a la nación, siendo los pobladores originarios de aquellas tierras que tan salvajemente les fueron despojadas por los llamados colonos. De eso, así como de otras atrocidades que por aquellos tiempos copiábamos del texto constitucional de los gringos, debe haberse dado cuenta el Libertador más que nadie, porque Bolívar si algo tenía claro el sentido humanista del modelo que estaba proponiendo, muy similar por cierto a lo que propone hoy Chávez, no sólo a los venezolanos sino a los latinoamericanos y al mundo».

Finalmente, Aranguibel señaló que «lo importante en este momento no es asumir esto como una competencia o un torneo entre chavistas o antichavistas, para ver quién le gana al otro, sino como un momento de quiebre en la historia de nuestra nación, en el que por fin estamos abriendo la posibilidad al pueblo; a las clases populares, medias y altas de nuestra sociedad, de votar libremente como nunca antes había podido hacerse, no sólo porque estamos eliminando esa chocante limitación constitucional que impide al elector elegir libremente a quien considere que lo está haciendo bien en el gobierno, sin importar las veces que ese funcionario haya sido electo para ese cargo, sino porque estamos ante la posibilidad cierta de avanzar en la consolidación, por primera vez en toda nuestra historia, de un modelo de país, basado en la soberanía, la igualdad y la justicia social, tal y como lo soñó el Libertador, pero también, y muy fundamentalmente, construido sin las perturbaciones, las inconveniencias y los retrasos que le generaron en el pasado a nuestro desarrollo la discontinuidad administrativa que supone una mal entendida alternabilidad en el gobierno.»


 

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